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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLos melindres son un dulce típico de Galicia,tienen fama los de Melides pero en general podemos asegurar que están exquisitos en cualquier lugar. Una de los muchos sinónimos de la palabra melindre es capricho. Y es que esta pequeña rosquilla glaseada con almíbar; elaborada a base de yema de huevo, harina, azúcar y anís. Un capricho para el estómago con sabor a licor suave.
Ingredientes
5 huevos y reservamos dos claras
1 copita de anís o 150 ml
250 ml de agua
1 cucharadita y media de levadura en polvo
30 cl de aceite de oliva
300 g de harina aproximadamente
300 g de azúcar
Aceite de oliva virgen (para freír las melindres)
Para el glaseado
200 ml de agua
250 g de azúcar
Preparación
Comenzamos tamizando la harina con un colador o un tamizador. Esto nos ayudará a que las rosquillas no salgan mas esponjosas. En un recipiente añadimos la harina tamizada junto a la yema de cinco huevos con tres claras, (reservándonos dos claras para después). Añadimos el aceite de oliva, la levadura en polvo, azúcar y el anís.
Mezclar los ingredientes con unas varillas a mano o a máquina hasta lograr una masa que no sea pegajosa. Como la masa lleva levadura la dejamos reposar para que no pierda fuerza. Un truco para acortar el tiempo de levado es precalentar el horno a unos 60 grados, tenerlo encendido cinco minutos y apagarlo.
A continuación introducir la masa dentro de un recipiente y tapado con un paño. Lo dejamos así 20 minutos aproximadamente.
Preparación del almíbar
Mientras la masa reposa preparamos el almíbar con 250 g de azúcar y 200 de agua para que tenga un poquito más de consistencia. Añadimos en una cacerola el agua y el azúcar. Ponemos el fuego a temperatura media y no dejamos de remover para evitar que se caramelice. Cocinamos el almíbar en fuego unos 12-15 minutos hasta que el azúcar se haya disuelto completamente y tenga una textura melosa.
A continuación las dos claras que habíamos reservado las batimos a punto de nieve, añadiendo un poco de sal, batiendo suavemente al principio. Es mejor si usas batidora de varillas ya que se montan más rápido. Cuando estén ya ligeramente montadas añadir el almíbar sin dejar de remover (pero suavemente).
Preparamos una sartén antiadherente con aceite de oliva (unas 6 cucharadas) y un plato con papel de cocina para ir dejando las rosquillas una vez fritas. Sacamos la masa del horno y hacemos bolitas medianas o pequeñas.
Con la base de un vaso las aplastamos un poco y con el mango de una cuchara o tenedor hacemos un agujero, (luego con el dedo le damos forma). Comenzamos a freír los melindres por tandas, hasta que estén dorados por ambos lados. Luego los dejamos en el plato con papel de cocina.
El último paso es sumergir cada rosquilla en el almíbar blanco que hicimos antes. Otra opción es colocar el almíbar en una bolsa tipo Zip de congelar y corta un pequeño agüerito en un extremo, como una manga pastelera improvisada). Luego rociar las rosquillas, de esta manera aprovechas al máximo el almíbar.
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