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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLa cocina de Ávila tiene sus raíces en productos locales y un montón de carnes, que muestra fuertes influencias musulmanas, hebreas y cristianas. Juntas hacen una comida rica, variada y deliciosa, adaptada a las condiciones climáticas de la provincia.
La cocina de Ávila es un buen ejemplo de lo que se puede esperar en el resto de Castilla y León. Los ricos platos, sopas, estofados y asados son una manifestación de la gran tradición agrícola y ganadera de la región.
La mayoría de los platos principales se elaboran con verduras y alubias, como el estofado de garbanzo de estilo Moragueño, el ajoarriero de col, los pimientos rellenos o las populares patatas revolconas.
Lo conocido como ‘Gastronómica tríada’ de la ciudad se compone de Judías del Barco (grandes alubias de la localidad de El Barco de Ávila, también conocido localmente como ‘pipos’), el Chuletón de Ávila (chuleta de ternera de 500 g hasta 1 kg de peso, dependiendo de su apetito) y yemas de Santa Teresa (pasteles dulces hechos con yemas de huevo y azúcar). Suele ser el menú más completo que se puede conseguir para probar lo más representativo de la gastronomía de esta bella ciudad.
Este tipo de menú es un verdadero ejemplo de la gastronomía de Ávila, basada en los productos agrícolas y la cría de cultivo de una provincia que varía mucho, tanto en la geografía y el clima.
Han ganado su fama gracias a la judía de El Barco y la carilla (una pequeña judía blanca con un punto negro) de las orillas del río Tormes y el garbanzo de La Moraña, en el norte de la provincia. La carne es también muy popular: chivo en Caldereta, cordero del valle de Amblés y cochinillo asado desde el norte de la provincia.
La forma en que la comida se cocina es muy simple y se le da importancia a la calidad del producto en sí para garantizar que proporciona sabores originales sin la necesidad de mejoras.
Sin embargo, hemos empezado al final, con el almuerzo, y no es un aperitivo que es una necesidad para cualquier persona que visite la ciudad amurallada: sus tapas o, como se dice localmente, ir de pinchos. En Ávila, cuando se pide una bebida, se le da un pequeño plato con todo tipo de delicias:
A partir de callos clásico, mollejas o el omnipresente tortilla de patata a los pequeños bollos de pan y empanadas de atún, etc., una delicia para el paladar y una gran oportunidad para degustar pequeñas porciones de todo tipo de alimentos.
Si las tapas y pinchos van por más tiempo de lo esperado y no hay mucho que tratar, lo mejor que puede hacer es elegir su menú.
De hecho, se extiende el menú que ya ha sido sugerido para otros platos auténticos significa considerar sabroso ajo o sopa castellana, con el sabor característico del pimentón de la localidad de Candeleda o carnes de cerdo que se conservan en tarros de aceite en la que han sido primero de todo frito, conocido localmente como lomo de cerdo o chorizo ‘de olla’.
Como ya se ha mencionado, las carnes asadas proceden de razas locales (tales como la ternera con denominación de origen, o el cabrito y cochinillo, que tienen su propia designación). Sin embargo, la manera clásica de disfrutar de cochinillo en Ávila se fríe y refritos en trozos pequeños, conocidos localmente como cuchifrito.
Si prefiere pescado, se puede disfrutar de la famosa trucha frita, al horno o en escabeche. Y como Ávila es una ciudad del interior de la tradición católica, el bacalao se cocina en una variedad de excelentes platos: en talud, con ajo y pimentón o en una salsa de pimienta roja, etc.
Es importante para acompañar la comida con vinos locales, que también siguen la máxima de la simplicidad y el gusto. Ellos son fuertes y grandes en el paladar y proceder de la zona alrededor del río Alberche.
Dulce y afrutado, que puede ser disfrutado como sangría durante la Semana Santa en Ávila. Y también hay licores de diferentes gustos y ramos de flores, hechas de orujo, un licor hecho de lo que queda de las uvas después de que hayan sido presionados para hacer vino.
El postre más saludable su fruto y debe ser disfrutado en la temporada: melocotones de Burgohondo, manzana reineta de El Barco de Ávila, cerezas del Valle del Tiétar e higos de Poyales son sólo algunos ejemplos.
Y para los visitantes golosos, además de las famosas yemas, hay muchos otros dulces tradicionales, tales como mantecados, perrunillas, amarguillos, jesuitas, torrijas, etc., y la ciudad también tiene muchas tiendas de la torta.
Toda esta variedad y combinación de sabores coloca a Ávila en el punto de mira de muchos curiosos y amantes de probar cosas nuevas.
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