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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLas castañas se pueden consumir crudas, para lo cual es preciso liberarlas en su totalidad de su capa externa de color marrón y dejarlas bien peladas. Por su alto contenido en taninos, consumidas así tal cual, pueden producir molestias gástricas en personas proclives a padecer trastornos digestivos. Hay quien recomienda, para tal caso, almacenarlas durante una o dos semanas después de la cosecha, para dar tiempo a que el contenido en taninos y almidón se transforme en azúcares más asimilables. Pero aún así, las castañas crudas resultan algo pesadas de masticar y digerir, y pueden favorecer la formación de gases.
Las castañas pertenecen al grupo de los frutos secos, aunque tienen una composición que se asemeja más a las frutas desecadas. Las principales diferencias con los primeros pasan por su bajo contenido en grasa (2 g /100 g) y su alto contenido en hidratos de carbono (36 g de hidratos / 100 g, de los cuales 12 g son azúcares simples). Es decir, justo lo contrario a los frutos secos, que contienen entre 6 y 10 gramos de hidratos por cada 100 gramos de peso total, y que destacan por la cantidad y la calidad de sus grasas: más del 50% de su peso son grasas, sobre todo, insaturadas.
Crudas, cocidas o asadas. Estas son las tres formas más corrientes y comunes de degustar las castañas, unos frutos secos típicos de los últimos meses del año.
- La forma más clásica de saborearlas es asadas sobre una plancha de hierro o en una sartén con o sin orificios, pero previamente se les debe hacer un pequeño corte en la capa externa para que no revienten. El calor de la cocción favorece la transformación de los hidratos de carbono en azúcares y las hace mucho más digeribles. Se deben comer calientes. Si dejamos que se enfríen pierden buena parte de su gracia.
- Castaña asadas o tostadas al horno. De nuevo, debes practicarle una incisión en la piel para evitar que revienten. Se hornea a 180º C (o a 200º). Una vez blandas, las envuelves en un paño grueso y las estrujas con suavidad para eliminar la cáscara y la piel amarilla, que es un poco indigesta. Hay quien después las salpica de agua para evitar que se resequen.
- Cocidas en agua, una vez bien peladas, durante 5-10 minutos, y dejadas a enfriar para incorporarlas en postres de músico o como guarnición en repostería. Hay quien procura una segunda cocción en agua con plantas aromáticas como la menta o el hinojo, para dotarlas de un sabor especial.
- Puré de castañas, a partir de las castañas hervidas, peladas y pasadas por un pasapurés. También aquí las puedes hervir añadiendo plantas aromáticas como la salvia o el tomillo. Los purés se sirven como acompañamiento en guisos diversos.
- Castañas confitadas o en marrón glacé, una exquisitez francesa. Se cuecen en dos tiempos, primero solas o con algo de azúcar, luego se pelan y se vuelven a cocer en almíbar, añadiendo huevo y, si se quiere, algunas especias. Se dejan secar y se espolvorean de azúcar glaseado.
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