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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLa ñora es un tesoro gastronómico desconocido por muchos, pero apreciado por aquellos que amamos la cocina en esencia. Prueba de ello es su aportación, inestimable y esencial, a grandes platos de nuestra saludable Dieta Mediterránea como la paella, los calçots, el caldero de Cartagena, la salsa salmorreta… y, por supuesto, el pimentón murciano o pimentón de hojilla.
Se dice que el nombre de «la ñora» se debe a que era cultivada inicialmente en Murcia por los monjes de la Orden de los Jerónimos, en una pequeña población llamada «Ñora». Una pedanía de la comarca de la Huerta de Murcia que recibe su designación del término medieval «añora«, que hace referencia a una «rueda que funciona por agua«, una noria o molino destinado a elevar el agua para facilitar el riego a las tierras.
Estos frailes colonizaron el territorio huertano alrededor del siglo XVI. Sin embargo, se cree que inicialmente el pimiento era muy distinto ya que poseía punta y picor. Poco a poco, mediante selección natural, nada de mutaciones genéticas como comprenderéis, se obtuvo la hortaliza que hoy utilizamos.
Este ingrediente da un intenso sabor a los guisos y por supuesto a los arroces. Suelen venderse secas y antes de utilizarlas en la cocina hay que bañarlas en agua para hidratarlas.
Este pimiento en forma redonda, es muy propio en la zona de Levante. Su sabor es muy característico ya que ofrece un sabor muy intenso a la vez que dulzor.
El modo tradicional de secado de la ñora es único y peculiar, se realiza al sol. Este bronceado natural depende de las condiciones climatológicas, por lo que puede variar de 8 a 20 días. Todo depende de las nubes y el factor solar de protección que se le aplique, mientras la piel se va oscureciendo.
Pero, hay en concreto unas maravillosas ñoras que, además de seguir este sistema sostenible, van más allá. Hablo de las ñoras de Guardamar del Segura (Alicante), allí se colocan los pimientos sobre la fina arena de las dunas desde hace más de 150 años, de forma manual y dándoles la vuelta para que queden igual por toda su superficie. Eso sí, este trabajo se lleva a cabo cuando el sol se oculta, para no sufrir el calor sofocante y dañar los pies desnudos por la ardiente arena.
Esta técnica se la debemos a los antiguos marineros, aquellos que realizaban sus travesías a África. Rudos lobos de mar que no podían llevar muchos productos frescos y, por tanto, recurrían a los alimentos deshidratados. Así, entendemos el porqué del uso de la ñora en las paellas de las zonas marineras y no de interior.
Los procesos industriales actuales conllevan el uso de túneles de secado que permiten reducir los tiempos y aliviar el trabajo mediante procesos mecánicos de rastrillado que remueven dos veces al día las ñoras sin ayuda de las manos de agricultores. Por supuesto, tampoco dependen de si el sol aprieta o llueve.
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