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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINEn el mercado podemos encontrar una amplia variedad de quesos, pero será imposible disfrutar al máximo de todo su sabor y textura si no conocemos las pautas básicas deconservación de cada uno de ellos.
Existe una tendencia generalizada a almacenar toda clase de queso en el frigorífico, pero las bajas temperaturas pueden hacer que este se reseque y pierda su textura y su sabor de manera muy precipitada. Aunque debemos tener en cuenta que un exceso de calor puede resultar todavía peor, por lo que en ocasiones la nevera es la única alternativa.
Conservar en frío
Para conservar el queso en el frigorífico siempre debemos colocarlo en la zona más alejada del congelador, en el cajón de las verduras por ejemplo. La mejor opción será retirarlo de su envoltorio e introducirlo en un táper o envolverlo en papel de plástico transparente, pero solo la parte del corte para protegerlo de la humedad, permitiendo a la vez que pueda respirar y no aparezca moho.
Una de las características de muchos quesos, como el cabrales, es que cuentan con moho en la superficie y en estos casos lo mejor es envolverlos en un paño humedecido con agua salada para evitar que se sequen y se agrieten.
En cualquier caso debemos retirar el queso de la nevera una hora antes de proceder a su consumo.
A diferencia del resto, los quesos frescos, como el de burgos, y los de untar, sí exigen su conservación en la nevera, aunque también son los más perecederos. Si queremos prolongar algo más las propiedades del queso fresco, un truco es retirarlo de su envoltorio y colocarlo en un recipiente sobre papel absorbente. De esta manera puede resultar algo más seco de lo habitual, pero durará más tiempo.
El congelado debe ser siempre nuestro último recurso, ya que además de perder su sabor, la textura del queso se volverá granulosa y nada agradable.
A temperatura ambiente
La temperatura óptima para la conservación del queso es entre 7 ºC y 12 ºC, por lo que lo mejor será mantenerlo en un lugar fresco y seco de la casa, lejos de la nevera y el congelador.
Lo recomendable será que compres una quesera, que podrás encontrar en bazares y tiendas especializadas, que se compone de una bandeja, normalmente de madera, y una tapa de cristal. Este recipiente permite que el queso respire pero lo protege de agentes externos.
Un truco que puede ayudar a mantener más tiempo el queso cortado en porciones es colocar aceite de oliva en la base de la quesera, que además de evitar que se seque y se agriete puede resultar positivo, ya que realza su sabor. Si no dispones de quesera, también puedes utilizar un táper o colocarlo entre dos platos.
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