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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedIN¿Cuánto aceite debemos echar? ¿Cuánto debe cocerse la cebolla? ¿De verdad es necesario el pimiento? ¿Oliva, girasol o mantequilla? Hay tantas preguntas que debemos responder antes de elaborar un sofrito perfecto que a menudo nos saltamos alguna y acabamos haciéndolo mal. Aquí los secretos para un sofrito excepcional.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es contar con un buen aceite. Es una obviedad, pero precisamente en un sofrito, donde el aceite es el gran protagonista, no nos podemos permitir poner un aceite malo o un aceite que hemos usado con anterioridad y que por tanto puede tener sabores que no nos interesen.
Nuestra recomendación siempre es utilizar aceite de oliva virgen y ser generosos con él, pues no hay nada peor que un sofrito en el que nos hemos quedado cortos de aceite y los ingredientes quedan crudos o resecos. No es el mejor aliado de la operación bikini, así que si queremos evitar ágapes excesivamente calóricos dejemos el sofrito para otra ocasión.
Lo segundo, no lo debemos cargar de especias. Piensa que el sofrito es una amalgama de sabores, y que aunque alguna especia le siente estupendamente, conviene no cargarlo en exceso para no acabar haciendo un flaco favor al conjunto.
Debemos escoger bien los ingredientes. Un sofrito siempre debería llevar cebolla, ajo y tomate. El pimiento también suele ser un buen amigo de nuestros sofritos, aunque conviene no exagerar, al ser un producto con un sabor muy contundente. De hecho, es interesante que nos metamos en la cabeza que un sofrito debe realzar el sabor del guiso al que acompaña, nunca enmascararlo ni modificarlo. Por tanto, bastarán unos cuantos ingredientes y, sobre todo, un buen aceite para conseguirlo.
Todos los ingredientes deben estar picados muy finalmente. Salvo los ajos, que pueden freírse en láminas, el resto de ingredientes deben estar picados, aunque hay quien prefiere colocar los ajos enteros para retirarlos al final. Si disponemos de picadora es un buen momento para utilizarla, ya que es habitual que se nos cuele un trozo de cebolla que más tarde acabemos encontrándonos en medio del guiso.
A fuego lento. No hay que tocar el fuego durante todo el sofrito, que debe hacerse a fuego bajo (medio en el caso de las cebollas, si lo deseamos).
Los ingredientes se añaden por orden de dureza. Un error frecuente con los sofritos es que añadimos los ingredientes sin ninguna lógica (salvo la cebolla, tal vez, que todo el mundo coincide en incorporar primero), de manera que se cuecen de forma desigual y algunos nos quedan crudos mientras que otros acaban demasiado cocidos. Para hacer un buen sofrito, primero debemos incorporar la cebolla, después ajo y pimientos, posteriormente zanahorias y para acabar el tomate o los champiñones, que son los ingredientes que sueltan más agua.
Debemos remover de vez en cuando. Tenemos que vigilar bien el proceso, ya que es importantísimo que no se nos queme ningún ingrediente. Por ello, hemos de ir removiendo de vez en cuando y corregir el fuego (y el aceite) siempre que sea necesario
La cebolla, bien tapadita. Para conseguir una textura y sabor óptimos en la cebolla, es importante, como decíamos antes, que esté bien picada y que la cocinemos a fuego lento. Un secreto para que quede aún más buena es taparla y echarle un poquito de sal, para que vaya sudando. Una vez la cebolla esté transparente, que no dorada, podremos añadir el siguiente ingrediente, que deberían ser los ajos.
El tomate siempre natural. Nada de conservas ni salsas: para un buen sofrito los tomates tienen que ser naturales y tenemos que contarlos en trocitos, como si fuesen un ingrediente más. La idea es que los echemos al final, y los dejemos cocinar largo rato a fuego lento. Si el tomate es bueno, cosa difícil de conseguir fuera de temporada, lo de añadir un punto de azúcar para regular la acidez no será necesario.
¡Congelar! Un buen sofrito necesita tiempo de cocción, de hecho hay quien recomienda incluso tres horas para que los sabores se mezclen a la perfección y los ingredientes adquieran su textura ideal. Por este motivo, es recomendable que hagamos bastante cantidad, congelemos en recipientes pequeños y vayamos descongelando en función denuestras necesidades: ahorraremos mucho tiempo al tener el sofrito ya preparado.
Otra opción es hacer conservas, que aguantarán durante varios meses y serán una buena manera de sacar partido a los productos de temporada.
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