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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLas uvas son un alimento casi obligado en la cena de Nochevieja. La tradición marca que, con el fin de un año y el inicio del siguiente, durante las 12 campanadas, se debe comer una uva por tañido para comenzar el año con suerte. El origen de esta costumbre, muy arraigada en España, es una inteligente maniobra comercial que se realizó a comienzos del siglo XX para vender el excedente de uvas que había. En la actualidad, la mayoría de las uvas que se utilizan para este divertido ritual proceden de un pueblo de Alicante llamado Vinalopó, que tiene su propia denominación de origen.
La uva de mesa embolsada Vinalopó es un fruto con Denominación de Origen Protegida (DOP). Su diferencia con el resto de las uvas es que estas crecen cobijadas por una bolsa de papel que las protege del frío, la lluvia y las inclemencias del tiempo, mientras conserva una temperatura idónea para su crecimiento y maduración. Estas son las uvas más consumidas en esas fechas, aunque en el mercado es posible encontrarlas de otros orígenes, sobre todo de importación, procedentes de lugares más cálidos en estas fechas navideñas.
Consejos para acertar con las uvas de Nochevieja:
- Elegir los racimos prietos.
- Intentar que las uvas sean del mismo tamaño (o de un tamaño similar) entre sí.
- Comprar las uvas de tamaño mediano: las pequeñas todavía no se han desarrollado y las grandes tienen exceso de agua y son un poco más insípidas (además de que son más difíciles de comer "a contrarreloj").
- Escoger racimos con cierta madurez, para que las uvas tengan más sabor.
- Recordar que los granos de uvas deben estar cubiertos de un color blanquecino en su piel, pues esto es garantía de frescura, gran sabor y una correcta maduración.
Una vez compradas las uvas, se deben conservar en lugares frescos. La mejor opción es mantenerlas en la nevera envueltas en plástico, pero con ventilación para que no suden. Para ello, hay que usar un papel film perforado y guardarlas sin lavar en el centro del frigorífico. En esas condiciones, se conservarán en buen estado hasta siete días.
Si se tiene la posibilidad de saber cuándo se han recolectado, mejor: lo idóneo es consumirlas unas 48 horas después, ya que están en su mejor momento de sabor y punto de dulzor.
Para comerlas al natural no hay grandes secretos: solo hace falta lavarlas. Pelarlas, o no, es opcional. Se pueden presentar en un bol individual, en una copa de cava, en una brocheta, en bolsitas...
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