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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINCada 20 de marzo, día previo a la llegada de la primavera, la estación que se caracteriza por la explosión cromática que deriva de la floración, se celebra el Día Mundial del Macaron. Es el nombre con el que conocemos ese pequeño y redondo pastelito tan popular al otro lado de la muga, disponible en una amplia gama cromática y de sabores.
El origen de macaron es italiano, sin embargo, cuando estos ingresan a Francia a principios del siglo XVI fue donde se expandió. Todo gracias a la Reina Catalina de Médici, el cual sirvió este singular bocadillo en la boda del duque de Joyeuse.
En un principio el macaron era solamente una capa de galleta crujiente y no fue hasta el siglo XX que se encontraban una panadería en el cual su dueño, Pierre Desfontaines, comenzó a elaborarlos con dos tapas y un relleno en el interior de mermelada o ganache.
Y a partir de ese día se ha extendido esta celebración en las principales capitales del mundo, primeramente, en París, Nueva York, Londres y Budapest, sumándose más países a este festejo.
Desde hace 15 años que la Maison Pierre Hermé, una pâtisserie francesa, junto a Relais Desserts, asociación que reúne a los líderes de la pastelería francesa, dieron nacimiento a esta fecha con el motivo de celebrar el inicio de la primavera. Desde entonces, su popularidad se ha extendido a las grandes capitales del mundo. Para quienes buscan la perfección, Asta hace hincapié en 3 puntos clave a la hora de prepararlos: el relleno, el merengue y la cocción.
El macaron lleva un relleno de ganache que se compone de crema leche y chocolate. La crema puede reemplazarse por pulpas de frutas como frutos rojos, frambuesa, limón, mango y maracuyá y así obtener sabores diferentes. Cualquier otra alternativa de rellenos, como ser una mermelada, se considera válida. Pero el pastelero considera, que el relleno con ganache realza el producto, hace del macaron en una pieza de chocolatería distinguida. El relleno debe estar alineado con el color del merengue y además el sabor no tiene que ser tímido, sino estar súper presente. Ejemplo, si es de frambuesa, su color tendrá que ser de la gama del colorado, entonces debe poder encontrarse fuertemente el sabor a frambuesa respectivamente.
Integrar el merengue con la harina de almendras debe ser hasta un punto específico. Si se mezcla de más, el macaron queda chato y sin cuerpo. Si se bate de menos, el macaron queda como merenguito italiano, más rústico. La técnica para conseguir el tiempo justo se conoce como macaronage.
Para la cocción debe utilizarse un antiadherente o papel siliconado, que no es el típico o más accesible en repostería. La cocción debe ser a horno bajo (140°C). Al existir la dificultad de replicarlo en casa ya que el horno casero a gas no suele ser tan exacto, es preferible tener un horno eléctrico que tiene un termostato digital.
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